La muerte del dirigente Lino Heredia en la cuenca carbonífera, sin duda provocó conmoción en el círculo sindical y en la población santacruceña. Sin embargo quienes tenemos la responsabilidad de mostrar los hechos y las circunstancias que rodearon la suspensión del acto presidencial en Río Turbio, no podemos dejar pasar ciertas cuestiones que tiñen la “solidaridad oficialista” de proselitismo redituable.
El fallecimiento del sindicalista fue trágico, pero provechoso a los fines del presidente Kirchner, quien nunca estuvo seguro de poder volver a montar un escenario en las tierras áridas del sur para corear el veterano discurso de la “nueva política”. Sus eternos confidentes lo convencieron a medias de la factibilidad de un nuevo arribo a Santa Cruz, posterior al “auto-incendio” de algunos “patoteros”.
En esta ocasión tan peculiar su eventual coordinador y asistente de imagen pública, Rudy Ulloa, pretendió subsanar aquel error que le costara un serio reproche de su mentor por haberle mentido sobre la cantidad de manifestantes que asistían a las movilizaciones, y dispuso todo un operativo de seguridad para ofrecerle al fakir un colchón de plumas en vez de la cama de clavos.
Todo estaba listo, el arribo de micros desde Buenos Aires con militantes del conurbano (listos para cualquier inconveniente), remuneraciones extras a los pocos santacruceños que decidieron aceptar el soborno y un espacio lejano al centro de conflicto (Río Gallegos) para efectuar el espectáculo.
Pero la gente, que tomó esta actitud de Kirchner como una afrenta, se convenció de hacerle llegar su molestia “dónde sea que vaya” y así se propuso viajar hasta la cuenca para advertir que “nada está bien en Santa Cruz”.
Los sicarios más próximos con libertad de acción en las rutas, eran los gendarmes quienes ya estaban en la localidad carbonífera apostados en los ingresos para “controles de rutina”.
La tensión crecía, la fecha era cada vez más próxima, y a Kirchner le corrió una duda que lo hirió de muerte ¿cómo poder garantizar que la gente no vaya a escracharlo?, sencillamente no tenía herramientas para distinguir uno por uno a los aplaudidores contratados que asistirían.
Un hombre que vive creyendo en confabulaciones contra su persona, en algún punto tal vez fundadas por la inseguridad de creer que su accionar sea el correcto, nunca se arriesgaría a quedar en evidencia.
Así la desgracia para algunos es la salvación de otros, y Lino Heredia se convirtió en la explicación razonable para desarmar un operativo de redención política en Santa Cruz destinado al fracaso. Fue el salvoconducto para evitar la crítica de la prensa, que no deja de medir paso a paso las jugadas de improviso de un pseudo peronista con aspiraciones ilimitadas de reeleccionismo a cualquier costo.
Juliana Lasagno
julianalasagno@gmail.com
1 comentario:
El LUPO logró la EXCUSA PERFECTA para no ir a Río Turbio.
Que lastima, "que lastima" que haya utilizado una muerte para la excusa perfecta.
Nada va ser igual ahora para el LUPO, me alegra que se de cuenta de la situación que se vive.
Ya no podrá aparecer alegremente como que nada pasara y con la seguridad que el piloto automático le funciona en este provincia.
Espero que el LUPO que siga acusando RECIBO....
juana
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